Se insiste con el concepto, la ocasión lo merece otra vez: Karrantza no es un equipo subestimable. Ni siquiera regalando esfuerzo por las expulsiones zonzas. Es, como primera medida, el subcampeón. Es, como segunda, el equipo más acostumbrado a jugar estos partidos de alta intensidad, con espíritu decisivo (claro, lo viene haciendo hace cuatro años). Y tiene, como tercer punto, jugadores que saben lo que estos encuentros requieren. Si es una final, ahí está Martin para marcar el camino. Si hay que batallar, ahí está Gabriel, todopoderoso, para mostrarles los dientes al rival. Si hay que aguantar, ahí está el Chuchi (sin cosas raras como sus chilenas) y sus lugartenientes, para darle garantías al capitán Alejandro. Si hay que meter el alma, ahí están Rodrigo y Nicolas, a esta altura casi un alumno de la casa. Si hay que romper líneas, ahí está Leo. Si hay que resolver tanto esfuerzo, pues ahí asoma Juani, héroe contemporáneo, goleador de pólvora mojada. Y si hay que hablar, chamuyar el partido, también hay, señores. Porque desde hace tiempo, años, siglos, que estos choques también se ganan con oficio y hombría. A ver si al K de los viejos Gonzalo y Mangas le iban a manejar el partido. A ver si al K de Leo y Hetman lo iban a pasar por arriba. Karrantza hace rato que es un equipo respetable por sus jugadores, por su espíritu, por su nivel, por su grandeza. Y esta investidura no la compró ayer, ni acá a la vuelta. La hizo, la forjó, la edificó. Si hoy manda en el fútbol nuestro es porque está por arriba de los rótulos. Y porque otra vez, ante muchas miradas, mostró su tremenda categoría y que juntos por los colores se puede. Ahhh me olvida, que lindo, y que brillante que nos quedan estos colores. Aplausos familia Ferretti!!!
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